martes, 19 de julio de 2016

CUADRO DE HONOR / CUESTIÓN DE HONOR

Azteca TV anuncia una nueva etapa en su programación: la “renovación”, luego de que hace dos años renunció a la producción de sus propias telenovelas. Así, para explotar su horario estelar (o prime time) optaron, primero, por programar telenovelas brasileñas, dando inicio con una verdadera joya, anunciada como la telenovela más vendida de todos los tiempos y, también, la más costosa: Avenida Brasil, una verdadera joya con la que la televisora del Ajusto alcanzó niveles de audiencia que desde Mirada de Mujer (en 1998) no había conseguido en ningún rubro de sus producciones, rayando en los 14 puntos y, en ocasiones, hasta 16. Toda una hazaña.
Así que luego de varios años de autocalificarse como “la señal con valor”, Azteca TV, a raíz, precisamente de Avenida Brasil, ha vivido la que podría denominarse una época de esplendor en ese horario al que siguieron otra producciones brasileñas como Rastros de Mentiras (sin la misma repercusión) y, posteriormente la invasión turca, dando inicio con ¿Qué Culpa Tiene Fatmagül?, más que una telenovela o teleserie, una verdadera obra de arte que vino a revolucionar el concepto del melodrama moderno, no sólo en su país de origen, sino también en el extranjero. Una Fatmagül que, incluso, superó los niveles que en México (concretamente en Azteca TV) consiguió Avenida Brasil.
Y ahora, en ese mismo horario, otra serie turca: Cuestión de Honor (en otros países de habla hispana, conocida como Honor y Respeto) que está a punto de concluir, dejando una huella imborrable, como otra super producción de altísimo nivel, cuidada en todos y cada uno de sus aspectos, comenzando por la historia ágil y diferente que nos mostraron, sin los clásicos clichés o paja que caracteriza a tantas. Y muy en especial, los personajes que se apartan de los estereotipos acostumbrados. Seres complejos e imprevisibles que, sin embargo, responden siempre a una lógica, sustentados por una perfectamente delineada psicología, comenzando por los hermanos Emir (Şükrü Özyıldız) y Yigit (Kerem Bürsin), protagonistas y antagonistas al mismo tiempo. Mucho más allá del “bueno” y el “malo” que vemos en otras historias. Personajes con garra, con contrastes, con sorpresas y, sobre todo, con una base humana que rige su comportamiento y reacciones. Dos actorazos jóvenes y con personalidad arrolladora, convincentes en su desempeño, igual que las tres actrices que completan el quinteto protagónico: Yasemin Allen (Sibel) Şükran Ovalı (Derya) y Burcu Biricik (Kübra), tercia de reinas, tan diferentes unas de otras, cada una con su propia personalidad, estilo y belleza, con su propia y muy importante función, dentro de la trama. Por supuesto, además del resto del elenco que le da su propio sello a la serie, sin pasar por alto el nivel de producción, la dirección y, muy en especial, la fotografía, enmarcada por los escenarios precisos y de gran belleza.
            En resumen, una historia singular, de alto impacto, redonda en cada uno de sus capítulos, enganchadora desde la primera escena, sin desperdicio, sin personajes o escenas de más como simple relleno. Una Cuestión de Honor que se queda en el corazón y en el recuerdo imborrable de quienes tuvimos el gran honor de seguirla paso a paso, siempre con ganas de más y más, de que nunca terminara.
            Un único pero, el tema musical de entrada que le impusieron ya en su etapa final (Voy Que Quemo, a cargo de Mau y Ricky, hijos de Ricardo Montaner) que aunque tiene lo suyo, no se compara con el tema original (acorde a la música incidental de la serie) y, lo peor, que nada tiene que ver con la trama. Un tema que parece elegido al azar y que rompe con el concepto y estilo de la serie.
            Lo triste: que en vez de continuar con más series turcas por el estilo (como tantas que han triunfado por el mundo), parece que Azteca TV regresa con sus propias producciones, ya no telenovelas, sino series que difícilmente alcanzarán el nivel de Fatmagül o Cuestión de Honor, comenzando con un unitario (Un Día Cualquiera) con el que, ya desde sus promocionales, no se compara con el nivel al que nos acostumbraron los turcos.

            Gracias, de todos modos, por la gran oportunidad de conocer lo que la televisión turca está ofreciendo al mundo y, en especial, en esta ocasión, por conocer otra obra de arte y actores con gran talento y personalidad. Gracias, Cuestión de Honor. Un placer, en verdad. Se les extrañará.

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