lunes, 25 de mayo de 2015

CUADRO DE HONOR / CAMINOS DE GUANAJUATO


Haciendo a un lado el título (que nada tiene que ver con la esencia de la historia), Caminos de Guanajuato, al menos hasta ahora, es sin duda (¡y por fin!) la primera telenovela que en muchos años (quizás, desde Mirada de Mujer) Azteca puede presumir y con la que, ahora sí, hasta puede darle la batalla e Televisa en el horario estelar. Más todavía, tomando en cuenta la decepcionante nueva versión de La Mentira en el Canal 2, con todo y su absurda mezcla con otras historias. Y es que Lo Imperdonable decepciona día tras día, con una trama lenta, repetitiva y con actores que no corresponden al perfil del personaje que les tocó. Sergio Sendel, por ejemplo, en plan de junior resentido.

Después de dos telenovelas brasileñas triunfadoras en su horario estelar, (Avenida Brasil y Rastros de Mentiras) Azteca se esmera (y con buenos resultados) apostándole a Caminos de Guanajuato, una producción nacional, aunque de origen hispánico: Gran Reserva una serie que Televisión Española (TVE) produjo con gran éxito durante tres temporadas, a partir de 2010. En 2012 el formato se adaptó por primera vez a telenovela en Chile, con el nombre de Reserva de Familia. Y ahora, Azteca la retoma, ubicándola en el estado de Guanajuato, con una pareja protagónica óptima, dos actores que bien merecen encabezar el elenco: Iliana Fox y Erik Hayser, acompañados de actores de primerísimo nivel, como Dolores Heredia, Álvaro Guerrero y Fabián Corres. Claro, además de otros que en esta ocasión se encuentran ante su gran oportunidad televisiva, luego de asumir con anterioridad, personajes intrascendentes: Alejandra Lazcano, Alberto Guerra, Claudio Lafarga, Sylvia Sáenz, Marco Pérez y Vanessa Acosta, entre otros, por fin aprovechados como se lo merecen.

Y es que, ahora sí, Azteca Novelas, se nota, en vez de proseguir con el tipo de historias a las que nos tenía acostumbrados (Un Espacio Para el Amor o el fallido intento de Así en el Barrio Como en el Cielo, por mencionar las más recientes y actualmente en pantalla) le dio al clavo y echó la casa por la ventana. Se nota la gran inversión. Primero, contratando a Javier Pons Tubio, ex directivo de TVE, quien se luce como productor. Luego, las locaciones, la fotografía de gran nivel, el vestuario idóneo (con una que otra excepción), muy adecuado para gente adinerada que vive en el campo, en una región de viñedos. Y, muy en especial (lo que más se agradece), una historia bien planeada, planteada y desarrollada, con ritmo, acción, suspenso, sorpresas inesperadas y (¡a Dios gracias!) sin los clásicos rellenos o paja, tanto en situaciones, como en personajes que puedan estar de más. El libreto de Luis Felipe Ybarra, demuestra (como no sucede con otros escritores o adaptadores) que el señor conoce la industria vinícola, sin sacarse situaciones o diálogos de la manga, como ocurre con tantos otros. Una trama impecable, al menos hasta ahora.

Así que estamos ante la que bien puede ser la telenovela del año, la gran sorpresa a cargo de Azteca Novelas, para, por fin, demostrar su Señal Con Valor.


sábado, 9 de mayo de 2015

LO BUENO Y LO MALO DE RASTROS DE MENTIRAS


RASTROS DE MENTIRAS Y DE CASOS SIN RESOLVER

Una super producción telenovelera en la que se notan los millones que le invirtieron, como sucede con la mayoría de los melodramas brasileños de los últimos años. Sí, grandes aciertos, pero también, a lo largo de la trama y, sobre todo, luego del acelerado final, muchos baches y cabos sueltos que en el acelere de los últimos capítulos, se quedaron en el aire.
Algo ocurrió con esta historia que nos hace pensar que la empezaron a grabar, sin tener bien planeado su desarrollo en forma global. Empezando porque, además de la trama central (los conflictos e intimidades de la millonaria y poderosa familia Khoury) fueron surgiendo numerosas subtramas con personajes que aparecían y desaparecían en ediciones aceleradas que nos hacen creer que, mientras se estancaban en una trama, el escritor y su grupo de colaboradores o guionistas, inventaban cosas al vapor, con personajes que ni venían al caso y, menos, aportaban algo interesante o de peso en la trama central.
A diferencia del excelente trabajo en Avenida Brasil (aunque también con subtramas y personajes de relleno) fue notoria la gran velocidad que se le dio a la historia en la semana final, como si estuvieran correteando a los escritores para llegar al desenlace.
¿Aline, la gran villana, llevó a cabo su complicada venganza, sin haber comprobado quién era el verdadero culpable de sus desgracias? ¿El crimen de Mami Poderosa, quedó como un secreto de familia? ¿No recibió ningún castigo? ¿A Nido nunca le pasó por la cabeza alejarse de Aline (por mucho que le gustara la mujer) a pesar de que sabía que era una mujer peligrosa? ¿Paloma, en dado momento, no creyó en la fidelidad de Bruno, a pesar de sabía que Aline era capaz de cualquier intriga? Félix, el malvado y resentido antagonista central, ¿tampoco tuvo un castigo por sus crímenes y, en especial, por haber tirado a la basura a su sobrina recién nacida? Y así, más situaciones en las que los libretistas subestimaron el cerebro de sus televidentes.
Pero viendo el lado positivo, podemos afirmar que todas las debilidades del argumento fueron compensadas con la excelente delineación de sus personajes y, sobre todo, con las actuaciones. Nombres como Félix, Niko, Paloma, Bruno, César y Pilar son sólo algunos de los personajes que iban más allá de un plano bidimensional y que se ganaron al público de esta telenovela.
El fuerte de los guionistas no fueron los vericuetos de la historia, sino los encuentros emotivos entre los personajes clave. Música, dirección y libreto se conjuntaron de una manera magistral en grandes escenas.
¿Qué fue más importante? ¿La acelerada captura de Aline (y su castigo, al morir electrocutada) o el diálogo del reencuentro entre Paulita con su tío Félix? ¿El heroico rescate del bebé de Niko o sus diálogos de amor con Félix, incluyendo el controversial beso final? ¿La boda de Pilar con su chofer o su diálogo de perdón a Félix? ¿Las peleas entre César y su hijo o su emotiva reconciliación (con un mínimo diálogo), los dos tomados de la mano frente a un atardecer en la playa? Aquí sí –hay que reconocerlo– como un Gran Final de mucho peso, luego de tantos enfrentamientos entre el hijo y el padre que lo despreció desde niño y lo llamaba “marica”.
Finalmente, podemos afirmar que para disfrutar esta historia había que tener menos sentido crítico y más sentimientos. Por eso, Rastros de Mentiras dejó sus rastros en el mundo de las telenovelas.

martes, 5 de mayo de 2015

PRIMERO LOS ODIAS


Primero los odias y, luego, acabas por

compadecerlos y hasta amarlos



Por lo general, el destino de los villanos en las telenovelas, llega hasta el capítulo final en el que reciben su castigo (cárcel, accidente o muerte), se arrepienten o se vuelven buenos, de la noche a la mañana.

Sin embargo, recientes telenovelas brasileñas, sorprenden al televidente con sucesos inesperados. ¿Qué sucede cuando un villano, luego de haber cometido toda una serie de maldades (y hasta crímenes), comienza a pagar sus fechorías, mucho antes del Gran Final?  

El tan socorrido cliché lo han roto escritores brasileños como João Emanuel Carneiro (en Avenida Brasil) y Walcyr Carrasco (en Rastros de Mentiras) con Carminha (Adriana Esteves) y Félix (Mateus Solano), respectivamente, los villanos principales.

En Avenida Brasil vimos un destino diferente para la siniestra y cínica de Carminha, quien antes del capítulo final, reconoce sus crímenes, asume su responsabilidad y pasa un tiempo en la cárcel. Pero su historia no termina ahí, como hubiera sucedido en un melodrama tradicional. Carminha pide perdón y se resigna a una vida sucia en el basurero al que acostumbraba mandar a sus víctimas. Como una luz en su camino, Jorgito (Caua Reymond) su hijo, no la deja olvidada y hasta se da una reconciliación… incómoda, pero sincera, finalmente. Y más que castigo para la malvada (o más bien, para su intérprete, Adriana Esteves) la ovación de millones de televidentes, por su estupenda actuación, dándole vida a una villana de fábula que terminas por adorar.

En Rastros de Mentiras el chispeante personaje de Félix (Mateus Solano), comete una serie de atrocidades: la más grave, tirar a la basura a su propia sobrina recién nacida, Paulita (Klara Castanho).

La caída de Félix, un homosexual de closet, comenzó cuando en una cena familiar, cuando su esposa Edith (Bárbara Paz) revela ante toda la familia la preferencia sexual de su marido. La herida mujer muestra unas fotos donde Félix aparece con Angelito, su guapo y joven amante. Aquello provoca un gran escándalo, para la familia Khoury, pero Félix sale relativamente airoso, porque todos lo aceptan sin importar que sea gay, con excepción de su padre, el férreo doctor César Khoury (Antonio Fagundes). El patriarca de la familia sigue llamándolo “mariquita”.

Ahí comienza el calvario para Félix, expulsado de su trabajo y de su hogar. Además, su padre se encarga de divulgar que es una persona deshonesta, para cerrarle las puertas y bloquearle posibles empleos. Sin dinero, sin techo y sin vestido, Félix se ve literalmente en la calle, obligado a hacer lo que sea para subsistir.

En la recta final de Rastros de Mentiras, el villano gay que se había echado a la bolsa al público por su desparpajo (y hasta simpatía) ahora nuevamente se lo vuelve a ganar, pero ya no como un hombre de mal, sino como un ser humano que fue víctima del desamor y de las artimañas de su propio padre.

Lo más sobresaliente, gracias a la pluma de escritor y a la muy brillante actuación de Mateus Solano, con otra óptica de la vida, el personaje de Félix pasa de ser antagonista a protagonista, convirtiéndose casi en héroe de la historia y logrando que el televidente espere que viva una feliz historia de amor junto a Niko (Thiago Fragoso).

Los escritores de telenovelas mexicanas, bien podrían seguir el ejemplo de los escritores brasileños que se salen de los clichés y situaciones repetitivas, tan predecibles como absurdas, en la mayoría de los casos, causando, en vez de impacto, muchas carcajadas.