EN EL MOMENTO JUSTO
Cuando llegué a verlo en varias telenovelas, algunas
no muy recomendables, observé que él, a pesar de las malas historias y por
consiguiente, personajes grises y muchas veces como simple relleno, contaba con
un atributo especial: su simple presencia y la manera de sacar adelante ese
tipo de roles, me hablaban de un actor serio y dedicado que ponía todo su
esfuerzo en cada una de sus escenas. Dicen que no existen buenos o malos
personajes. Más bien, buenos o malos actores. Y Carlos Ferro es de los buenos, con la peculiaridad que desde sus
inicios siempre lo ha distinguido: darle un toque especial (y hasta de
seriedad, diría yo) a aquellos personajes (generalmente secundarios) y, de
paso, enaltecer las escenas en las que aparecía, darles un nivel. Esto,
hablando de esas malas telenovelas como Dame Chocolate, Eva Luna, Mi
Corazón Insiste o De Que te Quiero, te Quiero…
Personajes con los que, sin embargo, a pesar de todo, él lograba imponerse,
opacando en ocasiones, hasta a los mismos protagonistas. Y desde entonces, me
preguntaba: ¿por qué no lo aprovechan con una oportunidad estelar?
Afortunadamente,
aunque esa oportunidad estelar no llegaba, sí llegaron mejores historias y
mejores personajes, como los que tuvo a su cargo en Relaciones Peligrosas y Vuelve
Temprano. Aún así, a pesar de, como siempre, imponer su pulcritud como
actor, le faltaba algo. Algo más que su capacidad actoral y talento tan
evidentes: el protagónico, que la revolución le hiciera justicia, que algún
productor con visión lo tomara en cuenta para colocarlo donde, desde hace años,
él se lo merecía, no sólo como un reconocimiento a su buen desempeño, al
evidente esfuerzo que siempre lo han distinguido. También, para darle a una
telenovela o serie (lo que fuera) ese toque especial que Ferro es capaz de
generar.
La
productora Giselle González, fue la
afortunada, la que tuvo el buen tino de colocar a Carlos no sólo en el lugar
que se merece como impecable protagonista, sino también, en el tipo de historia
y producción que él se merecía, con el papel adecuado que ni mandado a hacer,
como un premio a sus años de lucha y superación constantes: el Santiago de Caer en Tentación. Y
mejor aún, acompañado de dos de las mejores actrices mexicanas en la
actualidad: Silvia Navarro y Adriana Louvier, junto con un gran
elenco de primerísimo nivel, con una historia que (más allá de los tan
relativos y dudosos niveles de audiencia) ha marcado un antes y un después en
la historia de la telenovela mexicana.
Dicen
también que todo llega en su justo momento, ni antes ni después. Pocas veces se
conjugan los elementos primordiales para un triunfo como el que Carlos Ferro
está consiguiendo, colocándose en el primerísimo nivel que ya le tocaba. Ese
protagónico, quizás, le pudo llegar antes, con otra historia, pero los
resultados, seguro, no hubieran sido los mismos.
Y
más en este momento en el que miles de televidentes se quejan de que un
reducido grupo de actores-galanes son los que acaparan los protagónicos y
saltan de una telenovela a otra, cuando, en ocasiones, ni siquiera han
concluido su participación en la anterior. Mejor aún para Carlos Ferro, quien
vino a marcar la diferencia y lograr que su ascenso al trono resultara todavía
más notable, gracias a ese Santiago tan impecable y maravillosamente humano en
sus escenas y diálogos, con ese realismo, generosidad y, sobre todo, la gran
personalidad que lo distingue (y que no cualquiera posee) para figurar como el
gran héroe de Caer en Tentación, como la gran sorpresa del año. Más que eso,
como el reconocimiento a su talento y labor de años. Dicen también que el que
persevera, alcanza. ¡Bravo, señor Ferro! Y lo que le falta…
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