lunes, 20 de noviembre de 2017

CUADRO DE HONOR / SILVIA NAVARRO

DE LA CACHI PORRA
A LA TENTACIÓN'

A fines de los 90 del siglo pasado, frente a mi televisor y con el control remoto en mano, cambiando de canal, uno tras otro, buscando algo interesante que ver, me topé con el programa de concursos, A la Cachi Cachi Porra, en Canal 11. Una muchachita, la conductora, hizo que detuviera mi búsqueda. Fue como un flechazo. Me llamó la atención, primero, su rostro. Luego, su desenvoltura, su sonrisa. En conjunto: su carisma. Un carisma que la hacía diferente y que atrapaba. Supe que su nombre era Silvia, Silvia Navarro.
En ese entonces (1998), yo trabajaba yo como Jefe de Prensa de la recién nacida Azteca Digital (ahora Azteca Novelas), donde mi jefa era la vicepresidenta, la señora Elisa Salinas, quien, junto con el productor José Ambrís, barajaban nombres de varias nuevas actrices, para el protagónico de un nuevo proyecto: la telenovela Perla. Durante una cena con la señora Salinas, me enteré de esa búsqueda. Y como ella me comentó que quería lanzar "una cara nueva", me acordé de la conductora de A la Cachi Cachi Porra que tanto me había gustado. Se lo comenté a la señora Salinas. Tan entusiasmado me vio con la propuesta que me pidió que le consiguiera una foto de “esa Silvia Navarro”. Busqué en Google. ¡Encontré la foto! La imprimí y se la llevé a mi jefa…
            No supe más. Desafortunadamente, al poco tiempo dejé Azteca Digital para dirigir una nueva revista, Secretos. Y poco tiempo después, me enteré que arrancaban las grabaciones de Perla y que la protagonista ¡era Silvia Navarro!
            Me dio gusto, por ella y por la confianza que me brindó la señora Elisa Salinas, quien, meses después, aunque yo ya no trabajaba con ella, me dio las gracias por el consejo: “¡Qué buen ojo tienes! Tenías la boca atascada de razón. ¡Silvia Navarro es una maravilla!”
            Más gusto me dio cuando la vi en pantalla, como Perla Altamirano. Y más gusto, con el paso de los años, verla crecer y hacerse famosa, como la reina de Azteca Digital. Una telenovela tras otra, haciendo alarde de esa naturalidad actoral que siempre le he celebrado y que, incluso, ya en su ingreso a Televisa, como protagonista de Mañana es Para Siempre le sirvió para marcar la diferencia en esa televisora, con respecto a las demás actrices protagónicas.
            Su destino −seguramente− estaba escrito desde su infancia: una actriz con estrella y, más que eso, con talento que, aunado a su carisma y personalidad, la llevaría a lo más alto (primero en TV Azteca y luego en Televisa), hasta que la productora Giselle González la eligió para el personaje de Regina Bárcenas, protagonista de La Candidata, una telenovela diferente y audaz que marcó una pauta importante en la historia de la televisión mexicana. Que si no alcanzó el rating espectacular que se esperaba, eso es lo de menos. La calidad se impone por encima de los índices de audiencia. Y eso lo agradece el público televidente, harto de los refritos de melodramas clásicos y fórmulas “comprobadas” que no siempre funcionan.
Así que, luego de La Candidata, el siguiente eslabón en la imparable carrera de Silvia es Caer en Tentación, otra telenovela diferente, hábil mezcla de melodrama y thriller que, entre muchas otras cosas, ha servido para que Silvia Navarro logre su consagración y, a pesar de su juventud, su paso a primera actriz. Simple y sencillamente, el talento de la mujer se desborda día a día, capítulo tras capítulo, con evidente entrega y pasión, para darle vida a esa Raquel tan humana, real y desgarradora. Esa Raquel ya entrañable y amada no sólo por los miles de televidentes que siguen la espléndida historia en la que, quizás como nunca, se reúnen todos los factores indispensables y precisos para lograr un producto de primer mundo. Y Silvia Navarro tenía que estar ahí, como igual sucede con el resto de los actores del elenco. Ovación de pie, por ese trabajo impecable y por la fortuna de contar con una actriz de enorme nivel que, además de la admiración y cariño del público, se ha ganado lo más importante: respeto.
¿Quién me lo iba decir, cuando hace 20 años, me topé con aquella jovencísima conductora de A la Cachi Cachi Porra?

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