La diferencia se notó desde el primer capítulo, desde
las primeras escenas, sin que en esta ocasión los televidentes adivináramos o
supusiéramos lo que iba a suceder a lo largo de la historia. Televisa, saliéndose
de sus trillados formatos, sobre todo en los últimos años, apostó por La Candidata que arrancó con un sello
que de principio a fin la distinguió: la pulcritud y evidente esfuerzo de todo
un equipo (producción, dirección, historia, libretos, elenco...), de entrada, por
mostrar un producto diferente y de manufactura internacional, bien planeado y
meticulosamente cuidado que marcó la diferencia: la historia de la telenovela
mexicana antes y después de La Candidata,
como ejemplo de que, con ganas e inteligencia sí se puede.
Más
allá de los (supuestos) bajos índices de audiencia (con sistemas de medición
dudosos y limitados) La Candidata
(ojo: desde mi muy particular punto de vista) logró el calificativo de suceso y
son muchos los motivos para sustentar tal opinión, aparte de los que ya hemos
mencionado. Uno de los más importantes (aparte de la calidad, repito) es el
riesgo asumido por crear una historia diferente, reflejando una cruda realidad:
un sistema político (y más en estos momentos) corrupto y perverso, no sólo en México;
también en otros países donde La
Candidata, a pesar de lo que algunos opinen, cuenta con un mercado que va a
fomentar su trascendencia, como ya está sucediendo. Personajes, más que buenos
o malos, simplemente reales, perfectamente delineados con sustentos bien
pensados y armados, gracias al ingenio y esmero de un grupo de escritores,
comandados por Óscar Tavernise, con la virtud, aparte, de
mostrar una historia original. Y si a esto agregamos la muy atinada dirección
de Eric Morales y Juan Pablo Blanco, respaldando y
guiando a un espectacular elenco... Actores con talento y trayectoria
comprobada, junto con nuevos valores que aquí reciben la gran oportunidad (y
hasta cátedra) al alternar y ponerse al tú por tú con los consagrados, dando
lugar a espectaculares duelos de actuaciones y escenas sin paja (como otro gran
atributo), con libretos impecables y escenas memorables que sirvieron para
mantener la tensión, lograr que nunca decayera y que capítulo tras capítulo La Candidata sorprendiera con
situaciones inesperadas y nunca previsibles.
Y claro, sin pasar por alto a la reina de la historia, a
una Regina Bárcenas, espléndidamente
interpretada por Silvia Navarro (ya
con un merecido pase a Primera Actriz, ganado a pulso) ante su gran oportunidad
y su mejor trabajo hasta ahora. Una Candidata humana, valiente, honesta, de una
pieza, y hasta apetecible, con ganas de llevarla a la vida real, para votar por
ella en unas próximas elecciones. Soñar no cuesta.
Los actores justos y precisos. Todos en su esplendor y
sin ponerle ningún pero a ninguno. Cada uno con su propia historia e identidad,
desde los protagonistas, pasando por los actores de apoyo y hasta los
secundarios y eventuales. Todos con su importancia, aportación y razón de ser.
Ninguno de más o como adorno o relleno.
Y todo a partir de una productora inteligente, con visión
y evidentemente entregada a lo suyo: la señora Giselle González, a quien ya le conocíamos otros aciertos (el más
reciente, Yo No Creo en los Hombres),
pero hasta ahora, dando muestras de su gran potencial, al frente de este gran
proyecto.
Los factores ideales se conjugaron como nunca antes y ahí
queda La Candidata, dejándonos un
excelente sabor de boca, claro, a pesar aún de sus detractores a los que les
pudo gustar o no la experiencia, pero sin que nadie pueda poner en entredicho
el gran esfuerzo y alto nivel de esta Candidata que deja huella y que mucho
extrañaremos. Así que como lo expresé desde el primer capítulo: ¡Bravo!
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