EL INICIO DE UNA NUEVA
ERA
Desconozco de quién fue la idea de Fábrica de Sueños, un novedoso e
inteligente concepto que, por lo visto, viene a salvar la crisis telenovelera
en la que una empresa líder como Televisa,
se fue hundiendo poco a poco por culpa, para empezar, de malas historias y
adaptaciones y, muy en especial, por la “paja” a destajo y en forma abusiva que
caracterizó a muchas de sus historias en los últimos años.
Así que, para empezar y bajo la consigna de compactar,
éxitos del pasado de 120 o más capítulos, la Fábrica de Sueños viene a depurar y, al mismo tiempo, modernizar el
género, eliminando, precisamente esa “paja”, rellenos y personajes inútiles que
abundaban en las telenovelas.
Para muestra basta un botón. El primer intento (que se
convirtió, más bien en un notable acierto) es La Usurpadora, bajo la producción, valentía y habilidad de Carmen Armendáriz, una señora con
amplia y reconocida trayectoria, quien ya antes había dado muestras de su sed
de innovación. Ahora, teniendo en sus manos una historia de la célebre Inés Rodena que, aunque en su anterior
versión logró un notable éxito, no se escapó de la “paja” y de decenas de
capítulos que en 1998 todavía funcionaban, gracias a un televidente
acostumbrado a los culebrones que se estilaban en ese entonces.
Pero los tiempos cambian. Renovarse o morir. Ante la
aparición (hace unos cuantos años) de plataformas como Netflix y la invasión de series y telenovelas turcas, españolas,
colombianas y hasta coreanas de gran manufactura, Televisa se tardó en ponerse
las pilas, hasta que se decidió: series de 25 capítulos, en lugar de aquellas
telenovelas interminables y repetitivas que terminaron por aburrir al público.
La nueva versión de La Usurpadora pasó la prueba de fuego. Y la pasó bien y con
honores. No sólo por la depuración a la que me refiero. También −y sobre todo−
por la habilidad de la escritora Larissa
Andrade y su grupo de adaptadores, tomando como base la esencia de la
historia (dos gemelas, una buena y una mala, que intercambian su identidad),
para crear, no precisamente una versión corregida y compacta, sino una historia
diferente, aprovechando las anécdotas originales, aderezándolas y mejorándolas,
para bordar una historia muy superior a la original y a sus posteriores
remakes.
Con elementos vanguardistas, como el thriller, el
suspenso y la acción imparable y sin desperdicio en cada capítulo, esta nueva y
moderna Usurpadora, mostró desde su primer episodio, un producto de primerísimo
nivel. La gran hazaña: que ese gancho inicial se fue desbordando y nunca
decayó, hasta lograr capítulos redondos y adictivos, uno tras otro, de
principio a fin.
Una adaptación impecable y cuidada en todos sus
detalles, a la par de la producción y, por supuesto, del bien elegido elenco,
comenzando con la protagonista, una siempre guapa y talentosa Sandra Echeverría en su plenitud como
mujer y como actriz, a cargo de unas gemelas idénticas en apariencia, aunque
desde el inicio, cada una mostró sus propias características (hasta en la en la
expresión de sus ojos), logrando dos personajes opuestos y diferentes, apoyada,
sin duda, por dos hábiles directores: Francisco
Franco y Nelhiño
Acosta, arropando también al resto
del elenco: Andrés Palacios en su
bien merecido salto a primer actor, pulcro y siempre correcto, igual que Arap Bethke, dando muestras, una vez
más, de su versatilidad histriónica y fuerza dramática.
Resultaría
muy largo mencionar al resto de los actores, cada uno luciéndose con su
respectivo personaje y su desempeño, sin ponerle un solo pero a ninguno.
Señoronas de la actuación como Ana
Bertha Espín (por supuesto) y doña Queta
Lavat, acompañadas por Daniela
Schmidt, Montserrat Marañón, Juan Carlos Barreto, Germán Bracco (siempre sorpresivo), la
colombiana Victoria Hernández, Juan Martín Jáuregui… Un verdadero
festín de actuaciones, de personajes que se volvieron entrañables y que gracias
a esta nueva Usurpadora, dejaron huella, una huella imborrable.
Así que
esta Fábrica de Sueños, con La Usurpadora como carta de
presentación, deja un precedente: un antes y un después en la historia de la
telenovela mexicana, una nueva era que de seguir así, con historias corregidas
y mejoradas, esperemos con el mismo nivel de excelencia, conseguirán (seguro)
que México retorne al primerísimo nivel que logró hace 30 años en el ámbito
internacional, con telenovelas como Los
Ricos También Lloran, La Fiera, Rosa Salvaje, Corazón Salvaje y varias más.
Sí,
demasiados halagos para La Usurpadora,
pensarán sus detractores que nunca faltan en el caso de un éxito de este
calibre. Halagos, a mi juicio, muy merecidos, porque en lo personal, esta
Usurpadora me sacudió y me hizo regresar al antiguo hábito que muchos perdimos
hace años (con excepción, quizás, de Caer
en Tentación) de volvernos adictivos y esperar con ansias y pasión, cada
capítulo de una historia, disfrutando sin parpadear cada una de sus escenas,
cada uno de sus momentos, actuaciones tan memorables y precisas, dando por
resultado una experiencia que se agradece y que se nos queda en el corazón.