Reúne
los elementos indispensables del
melodrama
clásico: la muchacha pobre que
se
enamora del muchacho rico y, luego de ser
despreciada
por la familia de éste,
resulta
que es la hija perdida de un
multimillonario
que se convierte en su
Pigmalión
y la transforma en toda una dama.
Original de Inés
Rodena, La Gata, en su versión
original (1970), estelarizada por María
Rivas y Juan Ferrara, nació con
estrella, una estrellota que la convirtió en gran suceso, suceso inolvidable
que se recuerda hasta la fecha. Años más tarde, claro, vino el primer refrito: La Fiera (1983), con Victoria Ruffo y Guillermo Capetillo como pareja central. Un suceso más. Y ahora, en
2014, a cargo de la productora Nathalie
Lartilleaux, quien, a pesar
de bodrios (llámense fracasos) anteriores, como Mar de Amor o Rafaela (historias
basadas también en la anécdota de la muchacha pobre y medio salvaje que es
conquistada por el muchacho rico), parece que contó con la habilidad (apoyada
por buenos adaptadores), para darle al clavo y colocar su anterior producción, Corazón Indomable (la misma burra, pero
revolcada, o sea, la pobre y el rico) y conseguir su primer gran éxito,
colocando su telenovela en el primer lugar del rating en el horario vespertino
que abre la barra telenovelera del Canal de las Estrellas, un horario que
durante años, no logró el rating espectacular que mantuvo durante toda su
transmisión Corazón Indomable,
rayando en los 30 puntos de rating, un nivel muy superior al resto de las
telenovelas de la barra, incluyendo a la del codiciado y privilegiado horario
estelar de las 21:30 de la noche, en ese entonces, ocupado por un espantoso
refrito (producido por su marido, Salvador
Mejía), como La Tempestad que,
gracias a sus deficiencias en la historia y en la producción, encumbró más aún
a Corazón Salvaje, levantando el
horario que, después (y por desgracia) arruinó el productor Ignacio Sada con Por Siempre mi Amor (remake de Mi
Segunda Madre), gracias al vicio (u obligación) de alargar la historia con
rellenos y personajes “chistosos” que nada tuvieron que ver con el conflicto
central o la columna vertebral de la trama.
Entonces, ahora, todo
indica que la señora Lartilleaux encontró su propia fórmula, al parecer
infalible y que muchos otros productores quisieran, aunque, por soberbia, no
han tomado en cuenta: espetar la historia original y, en especial, centrarse en
la historia de amor entre los protagonistas, explotando al máximo la anécdota
romántica y, ojo, con pocos personajes, aunque, claro, con las clásicas
“fantasías” y uno que otro absurdo sacado de la manga.
Así que La Gata (versión 2014), siguiendo el
mismo molde de Corazón Indomable,
aún sin verla, pero sabiendo de qué se trata (y con una historia muy similar a Corazón Indomable, incluyendo al padre
millonario que busca a su hija pobre y, luego, la vuelve rica), pinta para un
nuevo trancazo. O sea, ir a lo seguro y sin tantas pretensiones. Un melodrama
clásico además, con otro gran atractivo que resulta importante: Maite Perroni como la heroína (y
rodeada de un buen elenco), con un personaje que le queda de maravilla, el que
se merece, el mejor y más importante en su carrera como actriz. Una Maite en su
punto, que ni pintada para este tipo de personajes. Además, con un encanto
propio (del que otras de su generación carecen), carismática, sencilla,
talentosa y, por si fuera poco, con una considerable legión de fieles
seguidores.