martes, 18 de agosto de 2015

CUADRO DE HONOR / ANA BRENDA CONTRERAS E IVÁN SÁNCHEZ


Sí. La estrella de una telenovela es la historia y en el caso de los remakes, la adaptación. Sin embargo, hay ocasiones en que a pesar de un deficiente refrito que, precisamente, por culpa de los adaptadores y del vicio de los rellenos y paja a destajo, la pareja protagónica, luchando en contra de una trama plagada de errores tan evidentes, brilla por su propia cuenta.
Es el caso de Lo Imperdonable, basada en La Mentira, una de las historias (original de Caridad Bravo Adams) más refriteadas de todos los tiempos que en su versión más reciente (Cuando me Enamoro, apenas en 2010) ya había sido adulterada con “agregados” y ocurrencias que terminaron por destrozar la que hasta ahora ha sido la mejor versión, la que en 1998 estelarizaron Kate del Castillo y Guy Ecker, también con el título de La Mentira.
Y bueno. Como los cangrejos, vamos de mal en peor, porque ahora, en pleno 2015, La Mentira se convirtió en Lo Imperdonable, para colmo (además de la paja y rellenos), mezclada con otra obra de la señora Bravo Adams: Tzintzuntzán, la Noche de Los Muertos. ¿Cómo para qué? Pues para hacerla todavía más larga y, lo peor, más aburrida, como una despiadada mezcla sin ton ni son, sin un orden y hecha al aventón. Lo peor, afectando a los protagonistas que, por algo, son llamados así: PROTAGONISTAS en torno a los cuales debe girar la trama, como la columna vertebral de aquella gran historia de amor y venganza, por culpa, precisamente, de una mentira.
Sin embargo, en esta ocasión, a pesar de tantas fallas en su estructura e, incluso, a nivel producción y dirección, resulta que la estrella no fue la historia. Más bien, fueron los protagonistas: Ana Brenda Contreras e Iván Sánchez, luchando contra viento y marea. Aquí sí, una pareja de novela, no tanto por su talento (que por supuesto lo tienen y ha quedado más que demostrado) sino por la QUÍMICA que después de todo, proyectaron en pantalla, tanto en sus enfrentamientos como en sus escenas de amor.
Ella, precedida por protagónicos en melodramas de gran éxito como La Que No Podía Amar y, muy en especial, Corazón Indomable. Y él, como el célebre e inolvidable Gallego de La Reina Del Sur que le dio fama internacional, a pesar de su anterior participación en La Tempestad, otro espeluznante, donde el actor español, en vez de avanzar, pareció retroceder con un personaje que de ninguna manera estuvo a su nivel.
Entonces, este Cuadro de Honor va dedicado con mucho respeto y como un sencillo reconocimiento a estos dos actores, no sólo por su talento o por la química que lograron. Más bien, por salir avantes, a pesar de las adversidades de una mala telenovela en la que, los únicos que merecen perdón y hasta un premio, son ellos, por brillar en la oscuridad. Eso se llama profesionalismo, carisma y entrega.

martes, 11 de agosto de 2015

DE LA NATURALIDAD A LA EXAGERACIÓN



Aunque se trate de refrito tras refrito de antiguas historias (algunas con más de 50 años de existencia), el tono melodramático (aún sin perder su esencia) ha cambiado con el tiempo, adquiriendo un toque más natural que hace más creíbles las escenas. Por ejemplo en A Que No me Dejas, sin duda, lo mejorcito en la barra actual de telenovelas en el Canal de las Estrellas, dos primeras actrices que con base no sólo en su talento y trayectoria, sino también en el esfuerzo evidente con que bordan sus personajes, se han ganado ese calificativo, resultan una verdadera delicia al verlas en pantalla: Leticia Calderón y Cecilia Gabriela, de las pocas que manejan a la perfección el melodrama, sin los clásicos clichés, con ese toque natural que nos hace creerles y verlas como personajes de carne y hueso, logrando una verdadera conexión con el televidente.

            En cambio, en la misma telenovela, nos sorprende una Alejandra Barros (otra primerísima actriz), quien, quizás, luego de la villana que interpretó en La Sombra Del Pasado, no se la pudo sacudir ni tuvo tiempo para concentrarse en su nuevo personaje, la desquiciada Julieta que interpreta ahora: una villana sobreactuada (a lo mejor, no por su culpa, sino porque así se lo ha marcado el director) que por momentos cae en la farsa y que inevitablemente nos lleva a compararla con el trabajo magistral que en 1988 realizó Margarita Sanz, a cargo del mismo personaje en Amor en Silencio, la versión original. Una loca temible y hasta asesina, pero con más mesura, quien por momentos hasta inspiraba lástima.

            Y como en todos lados se cuecen habas, en Amor de Barrio, también nos extraña ver a otra grande del melodrama como Marisol Del Olmo, ahora como una estereotipada villana ñaca ñaca a la que, por principio de cuentas, no le creemos que sea la madre de un Mane de la Parra, ya bastante crecidito como para ser su hijo. Una Catalina Lopezreina que más que hacerse odiar con sus maldades y desplantes de ricachona vengativa y manipuladora, nos pone de nervios con sus tics tan constantes, incluyendo su característica temblorina de manos y cabeza, sobre todo, cuando las cosas no le salen bien.

Volvemos a lo mismo: ¿se le habrá ocurrido a ella o simplemente acata las órdenes del director?

martes, 4 de agosto de 2015

POSIBLES HERMANOS INCESTUOSOS


Así como el antiquísimo cliché de la sufrida madre que pierde a la hija y se la pasa buscándola (claro, sin dejar de llorarle), se ha vuelto imprescindible en muchas telenovelas (los casos más recientes Amor de Barrio y Lo Imperdonable), no se queda atrás otro cliché muy socorrido: el de los enamorados que, de repente y sin previo aviso, corren peligro de ¡ser hermanos!, por “azares” del destino, aunque luego (sin que se les ocurra practicarse una prueba de ADN), resulta que no, que siempre no. Que sólo fue falsa alarma. Lo hemos visto (sólo por mencionar los casos más recientes) en La Sombra Del Pasado, Muchacha Italiana Viene a Casarse, Que te Perdone Dios y, por si fuera poco, actualmente en Amor de Barrio, entre Raúl (Pedro Moreno) y Laura (Alejandra García). Lo peor es que pasan y pasan capítulos y a Raúl (quien tiene la sospecha) no se le ocurre investigar la verdad. Bueno, en caso de que se despabile y se ponga las pilas, tiene todos los capítulos que le restan a la telenovela para descubrirlo, aunque sea al final. Lo verdaderamente original y sorpresivo sería que en esta ocasión, ¡sí resultara que son hermanos incestuosos y pecadores!
Uno se pregunta a menudo, qué caso tiene producir tantas telenovelas, si en las historias, aparte de previsibles y de saber desde el principio lo que va a suceder, se repiten situaciones casi idénticas. Falta de ingenio o de ganas de trabajar por parte de escritores y adaptadores.