Con una trayectoria de 33 telenovelas, a veces de buena y a
veces de mala, es otra de las actrices más completas y respetadas, a la que
injustamente nunca le han dado un protagónico. Sea cual sea el papel que le
toque, siempre le imprime su propio sello y es evidente su entrega y pasión por
su trabajo.
Hace unos años la
vimos como Lucina en Mentir Para Vivir y a mí, en lo
personal, aparte de disfrutar su personaje, siempre pensé que me gustaría tener
una amiga como ella, una amiga incondicional, honesta, con carácter y, además,
simpática. Ahora en A Que No Me Dejas,
me sucede lo mismo. Le creo tanto su interpretación de Raquel que me parece una mujer de la vida real que en ocasiones
traspasa la pantalla y te hace creer que existe en verdad, que su presencia es
algo más que simple ficción. Más en este momento de la trama, cuando se aparte
de disfrutar su desempeño, primero como la destrozada madre que pierde a un
hijo y, luego, cuando comenzó a mostrar indicios del alzheimer que padece,
aparte de disfrutarla, te hace quererla y hasta ganas dan de estar a su lado
para consolarla y cuidarla. Es tan
realista su interpretación que te conmueve y te hace vivir junto a ella ese
terrible padecimiento.
Y cuando una actriz convence
a tal grado, es porque, aparte de su talento y profesionalismo, ya fuera del
set o de los escenarios, seguro, se encuentra un gran ser humano que le pone el
corazón a su trabajo.
Así que aplausos y
hasta ovación de pie para Raquel, pero en especial para su intérprete, la
señora Cecilia Gabriela.