En este 2014, a punto de concluir, este humilde y
sencillo homenaje, pero de todo corazón, a una actriz de origen argentino que
inició su carrera en plena adolescencia, hasta que en 1994 debutó como actriz
de telenovelas en México, concretamente en Televisa, como antagonista de Prisionera de Amor, compartiendo
créditos con Maribel Guardia y Saúl Lisazo. Un comienzo que, con el
paso del tiempo, la llevaría –siempre en constante evolución– a convertirse en
una de las pocas actrices a nivel internacional: España, Estados Unidos, Perú,
Venezuela, Colombia y, por supuesto, su natal Argentina.
Pero
más que su brillante y siempre ascendente trayectoria. Más allá de su talento
innegable y su belleza deslumbrante (por dentro y por fuera), hay que
reconocerle su espíritu de lucha, como toda una guerrera, capaz de enfrentar y superar una enfermedad como el cáncer, con optimismo y
valentía, como una lección de vida que ha sabido compartir con su gran legión
de seguidores, como un ejemplo de lucha y esperanza, el de una mujer
sorprendente que, además de admiración y cariño, se ha ganado también el
respeto de todos aquellos que la conocemos (y que somos muchos), sembrando en
cada uno, algo tan importante como la fe, principal arma de combate ante
cualquier adversidad que nos presenta la vida.
Diosa,
guerrera. Lorena Meritano está cerca
del desenlace de este capítulo en su vida, que ella toma como un gran
aprendizaje que la hace más grande todavía, como un ser admirable. El amor obra
milagros y aquí, tenemos la muestra fiel de que sí se puede.