miércoles, 8 de abril de 2015

MUCHACHA ITALIANA / CRÓNICA DE UN CAPÍTULO DE ESPANTO


En 1971, cuando Angélica María y Ricardo Blume estelarizaron la primera versión mexicana de Muchacha Italiana Viene a Casarse (refrito de la original del mismo nombre, de origen argentino), lo que consiguieron fue un gran suceso. Una historia de amor (la clásica Cenicienta) con un encanto especial que, luego, años más tarde, en 1987, cuando cambió su nombre por el de Victoria,  con Victoria Ruffo y Juan Ferrara, comenzó a esfumarse. Para variar, gracias a los clásicos rellenos y una adaptación fallida.

            Pero ahora, en su más reciente refrito, estrenado en 2014, aquel encanto se convirtió en desencanto (¡horror!), por obra y gracia de sus actuales adaptadores, quienes, no conformes con robarle ese encanto a la historia, también se dieron vuelo destrozando a los personajes, salvándose, quizás, la simpática abuela Eloísa (gracias a la señora Isela Vega) y, más o menos, la pareja protagónica: Livia Brito y José Ron. Pero de ahí en fuera… Pobres actores. La culpa no es de ellos, sino de los adaptadores, los directores de escena y hasta el productor que los exponen a toda una serie de situaciones escritas al aventón y, por lo general, sin fundamentos o bases.

            Para muestra basta un botón: el capítulo de hoy (miércoles 8 de abril de 2015) que bien pudo ser uno de los más importantes en la historia y que se quedó en una serie de escenas ridículas y, más que dramáticas, plagadas de situaciones dignas de risa. Lo que es peor: una falta de respeto para los televidentes que siguen a la Muchacha Italiana.

            Empezando por el tan bien “planeado” intento de acabar con Pedro, el galán. Muy “ingenioso” (igual que los escritores), Osvaldo (Mike Biaggio en una muy desafortunada participación), un villano ñaca ñaca, quien no le piensa mucho para acabar con su primo Pedro (José Ron): cuando sale a montar a caballo, le lanzan un perro, para que el caballo se asuste y… ¡Tremenda caída! Por lo que vimos, Pedro bien pudo desnucarse y romperse en añicos la columna vertebral.

            Eso se supone. Claro, va a dar a un hospital. Un hospital que nunca vemos y, menos, a Pedro en un quirófano o, por lo menos, expuesto a toda una serie de estudios y radiografías. Por otro lado, nadie en su familia lo acompaña en tan terrible situación, ni siquiera su amada Fiorella. Y minutos más tarde (todo ocurre en un santiamén), en vez de que los familiares acudan al hospital, un médico (que se sacaron de la manga) llega a la mansión para informar que “Pedro está muy grave”. ¿En serio?

            Si al principio de la telenovela gastaron tanto, cuando grabaron las primeras escenas en Italia, ¿se les acabó el presupuesto? ¿No tenían dinero para grabar en un hospital?

            Lo más risible viene a continuación: Pedro está muy muy grave (se supone), en peligro de muerte. Pero a la terca y manipuladora abuela Eloísa, esto le vale. ¡Exige que su nieto sea llevado a su mansión!, argumentando que ahí cuentan con “una habitación acondicionada” para atenderlo. Y el muy profesional médico, no tiene más remedio que aceptar. Sí, el mismo día del fatal accidente, ¡Pedro es transportado (suponemos que en una ambulancia que tampoco vemos) al “cuarto acondicionado”. Y ya ahí, Pedro, inconsciente, ni siquiera (aún siendo millonario), a pesar de su “gravedad”, cuenta con un tanque de oxígeno y demás aparatos que requiere un hombre que lucha entre la vida y la muerte. Ah, pero eso sí, a pesar del tremendo madrazo que se llevó al caer el caballo y, luego, cuando estuvo en el hospital… ¡nunca se despeinó y mantiene intacto su característico copete! Ni un pelo se le movió.

            Claro: harto llanto. Fiorella (la Brito) y Sergio (Fernando Allende tratando de emular a Victoria Ruffo) compitiendo, para ver quién llora más bonito.

            ¡Oh tragedia! Lo mejor viene al último, cuando Fiorella tiene la ocurrencia de besar en los labios al galán (que bien puede estar en estado de coma) para ver si, como en el cuento de La Bella Durmiente,  sale de su letargo. Y… ¿qué cree? ¡Sí! Fiorella logra que Pedro despierte, pero resulta que… algo muy original en estos casos… ¡está ciego!

            Fin de capítulo.

            Y uno se pregunta: ¿cómo es posible que a un productor tan experimentado y con trayectoria como el señor Pedro Damián se le escapen tantos detalles en un solo capítulo! Ver para creer.

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