Simplemente, por el placer de ver en televisión abierta, en
este caso en Azteca 13, una historia diferente, espectacular ¡y sin paja!
Hace una semana, luego
de haber visto apenas el primer capítulo ágil, sorprendente y con un gran
despliegue de producción, nos bastó para vaticinar que Amores Robados, serie brasileña, originalmente de diez capítulos que
en Azteca quedó de siete –seguramente porque le cortaron muchas escenas de alto
contenido erótico–, resultaría el gran suceso. Y no nos equivocamos. No importa
que haya tenido un bajísimo nivel de audiencia. Para quienes tuvimos la suerte
de verla, nos sirvió para agradecerle a Azteca, la oportunidad de ver este tipo
de joyas.
Cuando ya está más
que demostrado que los culebrones de 125, 200 o más capítulos no funcionan siempre, por aburridos y
por tanta paja, Amores Robados marca la pauta, el ejemplo a seguir: series cortas, concretas, concisas, con pocos
personajes, pero donde suceden muchas cosas: sobre todo, acción, suspenso,
tensión al más alto nivel y lo mejor: contar una historia interesante. Todo,
esto, por si fuera poco, con magistrales actuaciones y bellísimos escenarios,
sin pasar por alto su música.
Lástima que muchos
escritores y productores no la hayan visto, como una cátedra de lo que debería
hacerse en México. Así que, más que aplausos, más bien, ovación de pie para Amores Robados.
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