Desde la primera vez que la vi en pantalla, como hija
de Rebecca Jones y René Strickler en Para Volver a Amar, algo me llamó en ella: su naturalidad, su
frescura, como principales atributos, claro, además de un talento evidente. Y
más, su presencia en pantalla, sin los artificios que caracterizan a otras de
su generación. Supe desde entonces (y no es que sea adivino) que llegaría muy
lejos. Simple sentido común.
Más
me atrajo, conforme fui viendo su evolución y versatilidad a partir de su
primer protagónico en Esperanza del
Corazón (a pesar de una fallida historia). Y luego en La Mujer del Vendaval, mostrando sus dotes como comediante, con la
misma naturalidad, para continuar con Por
Siempre mi Amor, donde por culpa de una mala adaptación, no le dieron la
oportunidad de lucirse, como se lo merecía. Y para rematar, La Sombra del Pasado, donde demostró
que en plan antagónico, también tiene lo suyo. Personajes diversos que le
permitieron crecer, con el televidente como testigo.
Gracias
a Dios, no quedó como protagonista de Simplemente
María. Las cosas siempre pasan por algo, porque entonces le llegó el que en
efecto (y por derecho propio) ha sido su primer protagónico absoluto como
Mariela en Corazón Que Miente,
recordándonos a aquellas heroínas de antaño, ya casi en extinción.
Thelma Madrigal acaba de dar el gran
paso en su carrera, con un personaje a su medida que nos habla de su entrega
constante y fuerza escénica, gracias a esa Mariela que muy dignamente encabezó
el elenco, rodeada y apoyada por grandes actores de gran trayectoria y
experiencia, en duelos de actuaciones al tú por tú.
Y es
que además del talento y entrega que ha demostrado, todo viene de una muchacha
sencilla en la vida real, ubicada y con un encanto especial que, como buena o
mala, logra transmitir en pantalla.
Así
que hasta le agradezco (de una manera muy personal), aparte de admiración y
respeto que me inspira, el orgullo que siento por no haberme equivocado, cuando
el flechazo se dio casi de inmediato, cuando la descubrí en Para Volver a Amar. Y lo que le falta…
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