Sin duda, la sorpresa en lo que va del año.
Una telenovela escrita, producida y
desarrollada con inteligencia, talento,
esmero y dedicación.
El año pasado, aunque en los premios TV y Novelas, prácticamente la hayan ignorado, Mentir Para Vivir marcó una nueva pauta, tan necesaria en las
telenovelas mexicanas. Una muestra de que las historias originales –y, sobre
todo, bien escritas y sustentadas– también pueden funcionar y, lo más
importante, dejar huella.
Y ahora, en los primeros meses de este 2014, luego del
injusto y repetitivo alargamiento que le impusieron a Lo Que la Vida me Robó, echando a perder la historia y, en
especial, la que era una espléndida adaptación, parece que El Color de la Pasión, se perfila, al menos hasta el momento, como
la telenovela más novedosa, diferente y, más que nada, bien escrita, armada y
desarrollada. Una historia inteligente que desde sus primeros capítulos, logró
la gran hazaña de despertar el interés del televidente y atraparlo. Doble
hazaña: no decaer en su desarrollo, como sucede con tantas otras. Al contrario,
sorprender al público y, algo también digno de tomarse en cuenta: evolucionar y
¡sorprender! con situaciones inesperadas (pero bien justificadas), apartándose
del vicio de muchos escritores y adaptadores que desde el principio vuelven
previsible la trama.
Una telenovela sobria, elegante, en la que, una vez más, la
gran mayoría del elenco cumple a la perfección con los personajes bien
elaborados y planteados, sin enfrentarlos a situaciones absurdas o
incongruentes. Más bien, siguiendo una línea y respetando una psicología, con
reacciones bien sustentadas. De eso se trata: que uno, como espectador, quiera
saber lo que va a suceder en el siguiente capítulo y que los hábiles escritores
(Cuauhtémoc Blanco y María del Carmen Peña) den muestra de
su ingenio y dedicación, de que se pulieron y (¡milagro!) no se sacaron de la
manga personajes y sucesos absurdos. Algo que se les aplaude y que se nota a
simple vista. Igual, que no hayan “inventado” personajes “chistosos” con la
pretensión (tan de moda) de mezclar drama con comedia.
Dios quiera que no nos salgan después con que la van a
alargar. Dios quiera que El Color de la
Pasión no pierda su sello, el estilo impecable que está demostrando. Dios
quiera que otros productores, escritores y adaptadores, ahora sí (es justo y
necesario), le echen un vistazo y se tomen la molestia de ver, aunque sea, uno
o dos capítulos, para aprender lo que se puede hacer: un producto digno, de
calidad y cien por ciento explotable, incluso en el extranjero. ¡Bravo!
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