jueves, 15 de mayo de 2014

UNA HEROÍNA DIFERENTE





Con 20 telenovelas y 12 películas,
a sus 34 años (aunque aparenta mucho
menos edad) y su eterna apariencia de
adolescente, Débora Falabella,
menudita y sin necesidad de cirugías,
implantes y demás, es fiel ejemplo de
una protagonista de telenovelas,
cuya principal característica es el talento
y la naturalidad.


Y precisamente por eso, en Brasil –y prácticamente en el mundo entero, donde casi todas sus telenovelas han sido éxitos rotundos– es la fiel imagen de una protagonista diferente, alejada de los artificios que caracterizan a otras en diferentes países, incluido México. Lo está demostrando una vez más en la exitosa Avenida Brasil que en diferentes países ha resultado todo un suceso, aunque no en México, por desgracia, por falta de promoción de la televisora Azteca que, a pesar de otorgarle el horario estelar y de tener oro puro en sus manos, no supo aprovecharla, llegando apenas a los 10 u 11 puntos de rating que, a pesar de todo, significan un logro digno de tomarse en cuenta, si comparamos los inferiores índices de audiencia de las otras producciones de su barra telenovelera y, sobre todo, su manufactura, su nivel, desde la historia misma, nada del otro mundo, pero manejada con agilidad e inteligencia, con escenas y capítulos redondos y, muy en especial con ese toque tan natural en las actuaciones y el desarrollo de lo que sucede en la trama.

Aunque también con su buena dosis de paja (en todos lados se cuecen habas) el conflicto central de Avenida Brasil (el ansia de venganza de Rita, la protagonista, en contra de su malvada madrastra, Carmina y, claro, la historia de amor, tan llena de obstáculos, entre ella y Jorgito) es el principal y más atractivo ingrediente, para mantener pendiente al televidente, a los miles de seguidores que, de paso, le ha robado a Lo Que la Vida me Robó (la líder en rating, y en el mismo horario) que, luego de su abusivo alargamiento, perdió adeptos que cambiaron de canal, para seguir a Avenida Brasil.

No importa su éxito mediano. Lo que importa realmente es marcar un precedente y ver (para quienes están abiertos al cambio) lo que en Brasil se está haciendo: algo diferente a lo que se hace en México, Colombia, Venezuela, Chile y hasta Estados Unidos.

Finalmente, en nuestro país, muchos tuvimos el placer de conocer esta telenovela y, sobre todo, de disfrutar de sus desconocidos actores, incluyendo a Débora Falabella, frágil, sin maquillaje y hasta descuidada en su aspecto, para descubrir a una protagonista diferente y vanguardista, a la cabeza del gran elenco y capaz de sacar adelante su bien armado y bordado personaje.

Para muchos “feíta” y sin chiste, la Falabella, con todo y todo, es (aquí sí), una verdadera reina de las telenovelas. Una reina que, igual, seduce y enamora. Una muestra más de que el talento siempre se impone, muy por encima de los arquetipos, las pestañas postizas, el botox, los senos frondosos, el maquillaje impecable y el vestuario de marca. Ojalá en México, a una Kika Edgar, por ejemplo, de características similares a las de Débora, le otorgaran una oportunidad así.


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