sábado, 29 de marzo de 2014

OTRA VEZ LA BURRA AL TRIGO



‘Quiero Amarte’ es una telenovela que se ha
distinguido por toda una serie de absurdos y
repeticiones, comenzando por el fallido idilio central
entre la pareja protagónica, carente de química y
pasión y, más bien, marcado por toda una
serie de incongruencias.


Aparte del exceso de flashbacks, desde el inicio de la trama, con la pretensión de ir contando dos historias de amor en forma simultánea (la de los protagonistas y la de sus padres en el pasado), el romance entre Amaya (Karyme Lozano) y Maximiliano (Cristian de la Fuente), más que marcado por el amor (como debería de ser) se ha distinguido por toda una serie de incoherencias y hasta una evidente carencia de química entre los actores, restándole credibilidad a sus personajes. Pero, más que eso, la forma en que las escritoras le han dado una buena dosis de absurdos sacados de la manga, al desarrollo del idilio: primero intenso y, se supone, dispuesto a enfrentar todo tipo de obstáculos, a pesar de que él estaba comprometido en matrimonio con su novia oficial, Constanza (Adriana Louvier), otro amor débil, desde el momento en que él se enamora de Amaya y le da alas.

Amaya y Max se conocieron gracias a un aparatoso accidente en el que él fungió como el clásico héroe salvador. Y luego… Toda una serie de absurdos se fueron dando, hasta que, finalmente, la boda entre Maximiliano (a pesar de amar tanto a Amaya), terminó suspendiéndose, porque la novia (Constanza), no se presentó a la boda. ¡Perfecto! Los protagonistas quedaron libres para vivir su gran amor a sus anchas. ¿Sí?

Gracias a las escritoras, resultó que Amaya, aunque muy enamorada, resultó vengativa y excelente investigadora (tipo Sherlock Holmes), cuando descubre que Lucrecia (Diana Bracho), madre de Maximliano, es la asesina de sus padres. Y no sólo eso, ¡también intentó acabar con Amaya!, aunque le falló, pero, eso sí, logró matar a su pobre tía Dolores (Olivia Buccio). Así que, como sucede en otras muchas telenovelas, la supuesta heroína (muy “astuta” y vengativa ella), opta por sacrificar su “amor” a cambio de la venganza. Y con tal de decepcionar a Max, aparte de decirle que de repente dejó de amarlo (como sucede también en otras telenovelas) ¡se casa con su hermano César (Flavio Peniche)!, a pesar de saber que el siniestro tipo también es una fichita y cómplice de Lucrecia, su desalmada suegra.

Entonces, surge la posibilidad (que muchos televidentes apoyan) de que Max se quede con Constanza, quien, además, espera un hijo de él. ¿Y Amaya? Que pague su necedad y deseo de venganza, como esposa del resentido y malvado César. Su castigo por tonta y atarantada.

¡Perfecto! ¿Sí? Hasta que el destino o, más bien, una de tantas casualidades que abundan en la trama, hace que Amaya y Max coincidan de nuevo y, ¡otra vez! es un aparatoso accidente el que vuelve a reunirlos, aunque ellos sobreviven. Para colmo, a Max lo ataca una serpiente y está al borde de la muerte. Ya en pleno delirio, Amaya se olvida del marido (César) y de su sed de venganza: acaba de nuevo en los brazos de Max, confesándole que es mentira que no lo ama. Al contrario: le reitera que ¡es el amor de su vida! ¿No que no? Pero, luego, otra vez la burra al trigo: cuando Max se recupera, ella se arrepiente…Y así, no nos queda más que esperar más incongruencias y absurdos, con el riesgo (para desgracia de los televidentes que llegaron a preferir a Constanza como novia y futura esposa de Max) de que, como siempre, el muchacho se quede con una insegura, voluble y falsamente envalentonada heroína que a lo largo de la historia, se la ha pasado regándola. Una tras otra, con sus indecisiones, sin definir una postura clara y enfrentarla realmente.

Por eso, en varios capítulos, resulta que los protagonistas han sido, más bien, Mariana (Renata Notni) e Iván (Andrés Mercado), quienes a pesar de su juventud y sin tantas indecisiones, han logrado sacar adelante un romance mucho más bonito, interesante, apasionado y coherente, sobre todo en los últimos capítulos, cuando, luego de su trágica boda, la muchacha es secuestrada (por segunda vez) por el villano de Ulises (Diego Amozurrutia), por cierto, mucho más creíble y menos exagerado que César, el villano de la pareja central.

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