viernes, 28 de febrero de 2014

CUADRO DE HONOR A 'AVENIDA BRASIL'


Si desde sus inicios telenoveleros (hace ya casi 20 años), Azteca Novelas (antes Azteca Digital), encargada de crear sus propias producciones, para darle la batalla a Televisa y otras televisoras, se hubiera avocado, en verdad, a crear la tan anunciada “nueva era de las telenovelas”, a estas alturas, concretamente con Avenida Brasil, en su horario estelar, estaría dando la batalla y hasta superando el rating, por ejemplo, de Lo Que la Vida me Robó, sobre todo, en este momento en el que la que fuera una espléndida adaptación, se ha vuelto repetitiva, gracias (como sucede siempre) a la consigna de alargar una telenovela de éxito, en la que ni los propios e ingeniosos adaptadores, han podido continuar con su labor creativa y no les ha quedado más remedio que “parchar” la historia y volverla repetitiva y hasta cansada.

Mientras, Azteca 13 se luce como nunca (quizás, desde Mirada de Mujer), con la maravillosa telenovela brasileña que resulta todo un deleite en el que se conjugan todos los elementos que dan origen a un producto de primer mundo, innovador y espléndido, en el que se notan los millones de dólares que invirtieron, aquí sí, echando la casa por la ventana. Una nueva manera de armar un melodrama que se sale de lo clásico y trillado y, en especial, la manera de contar una historia tan ágil y dinámica, sin perder el tiempo en personajes o situaciones inútiles (como en el resto de casi todas las telenovelas) que nada aportan a la trama.

En apenas un mes, Avenida Brasil, aunque en México no logre convertirse en el suceso que ha significado en otros países, es, sin duda, lo mejor que hemos visto no sólo en Azteca 13, sino también en Televisa y otras televisoras, incluyendo las colombianas, venezolanas, estadounidenses y demás.

La historia misma, la espectacular producción, la dirección, el ritmo, las actuaciones. La habilidad para que cada uno de los múltiples personajes no esté como simple relleno y tenga su razón de ser, su identidad, su propia historia, para conjugar lo que sería la columna vertebral: la venganza de Nina (antes Rita) en contra de su desalmada y trepadora madrastra, Carmen Lucía Moreira de Souza.

En definitiva, una obra de arte del género telenovelero contemporáneo que, gracias a Azteca 13, tenemos la suerte de disfrutar, con la esperanza de que la misma televisora la tome como ejemplo, para que en el futuro, no regrese a sus insulsas producciones tipo Corazón en Condominio o Siempre Tuya Acapulco que, comparadas con Avenida Brasil, son una fiel muestra de lo que no se debe hacer, de lo que ya no se debería hacer.

miércoles, 19 de febrero de 2014

RATINGS TELENOVELAS / 17 de febrero

Casi todas las telenovelas, a la baja, incluyendo Lo Que la Vida me Robó, aunque manteniéndose a la cabeza. La gran sorpresa, tal como lo esperábamos, el estreno de Avenida Brasil, casi con 10 puntos de rating, superando los 6 que tenía su antecesora, Hombre Tenías que Ser. Y, seguro, luego de sus primeros capítulos, acaparando cada vada vez más audiencia.



martes, 18 de febrero de 2014

EL GRAN SUCESO


¿Quién o quiénes tomaron la decisión
de transmitir la telenovela más costosa y
exitosa de todos los tiempos en el
horario estelar de Azteca 13?
Quien o quienes sean, ¡le dieron al clavo!

Sin que importe tanto el rating que pueda conseguir, tomando en cuenta que en el Canal de las Estrellas transmiten en el mismo horario, una de las mejores telenovelas en su historia, Lo Que la Vida me Robó que, además, está posicionada desde hace meses, Avenida Brasil, desde su primer y espléndido capítulo, ya es un suceso: su formato de cine, la acción, la producción, las actuaciones (y hasta el doblaje), la forma de comenzar a contar una historia en forma tan ágil, planteando las subtramas que en algún momento habrán de unirse y, sobre todo, los personajes principales. El ritmo, sin desperdiciar el tiempo con ocurrencias, pajas o tonterías… El resultado, desde sus primeras escenas, atrapa, seduce y sin miramientos ni desperdicio, nos muestra a la heroína, aún niña, una actricita de grandes vuelos a cargo del personaje central: Rita, víctima de su desalmada madrastra (gran antagonista de la historia) Carmen Lucía, interpretada por otra actriz impresionante.
Suceden cosas, muchas cosas, situaciones sorpresivas, llevando de la mano al televidente, casi sin parpadear, planteando a la perfección lo que nos espera, lo que queremos ver en el capítulo siguiente y en lo que resta de la historia.
Sí, compite con Lo Que la Vida me Robó que, sin embargo (para quienes tengan el servicio de televisión de paga), se puede seguir en su horario de repetición, a las 23:30 horas, quizás muy tarde. Pero vale la pena, con tal de seguir la historia y, sobre todo, atestiguar por qué Avenida Brasil ha sido un fenómeno en diferentes partes del mundo.
Puede suceder (como hace años), que el público se apasione con las historias y no simplemente siga su desarrollo por costumbre o porque no hay nada mejor qué ver en otros canales, refiriéndonos a los que siguen las telenovelas. Con Avenida Brasil que, de seguro, debe haber levantado el bajo rating de las anteriores producciones de Azteca, en ese mismo horario, bien podría crearse una nueva tradición, una verdadera competencia.
Lástima que no se trate de una telenovela hecha en casa y que se haya tenido que importar (a cambio de muchos miles de dólares, según dicen) para que, por fin (y sobre todo, le corresponda tal honor a Azteca 13), los mexicanos puedan presenciar algo totalmente diferente a lo trillado, durante largos años.
Eso es lo que importa, presenciar la evolución que ha marcado Brasil (concretamente, la televisora Rede Globo), aquí sí, invirtiendo a lo grande y, lo mejor, invirtiendo bien y, sobre todo, recuperando con creces la inversión, luego de todos los países a los que se ha vendido Avenida Brasil en apenas un par de años.
El mejor ejemplo, toda una cátedra de cómo se hace una telenovela que, ojalá, puedan aventarse completita los propios ejecutivos, productores, directores y escritores de Azteca Novelas y tomar nota de lo que significa en verdad evolucionar, en vez de seguir con sus historias sosas y repetitivas, como por ejemplo, las que anteceden en horario a Avenida Brasil: Corazón en Condominio y Siempre Tuya Acapulco que (para quienes las siguen), seguro, es como pasar de la oscuridad a la luz, haciendo más evidente su mediocridad, ante las comparaciones. Un paso bien importante que, esperemos, sirva para no regresar a los mismos patrones y, si Dios quiere, se olviden, al menos de nuevos y fallidos intentos: que su próximo proyecto, Las Bravo (con todo y Edith González) se quede en eso, en proyecto. Y, mejor, por lo que más quieran, sigan con otras telenovelas brasileñas. Al menos por un buen rato, mientras aprenden.

jueves, 13 de febrero de 2014

GRACIAS A LOS ADAPTADORES


Una verdadera hazaña,
digna de tomarse muy en cuenta
y que sirva como ejemplo para
otros escritores y adaptadores
y, en especial, productores.

Lo Que la Vida me Robó es algo más (mucho más) que un simple remake, de esos que abundan en los últimos años y que nunca habían logrado (al menos de esta manera) lo que ha conseguido la telenovela: arrancar con fuerza y (a pesar de los parches, para alargarla), mantenerse y, más que eso, crecer cada vez más en intensidad, en fuerza y, casi a diario, con momentos de gran clímax que la han convertido en toda una joya y un buen ejemplo de que en estos tiempos de tanto refrito o adaptaciones al aventón y sacadas de la manga, se puede crear un producto, aquí sí, digno de importación, para orgullo de México.

Muy en especial, hay que mencionar la labor de los adaptadores, encabezados por Juan Carlos Alcalá, quien, indudablemente, aquí logra su mejor trabajo (muy superior al de otras historias que antes adaptó), seguramente, gracias al equipo de escritores que lo apoyan, como Rosa Salazar y varios más. Ellos son los verdaderos héroes de la telenovela, porque, sin esa adaptación y los impecables libretos, de nada serviría el gran reparto y ni la productora (Angelli Nesma) y los directores, hubieran podido crear tal maravilla. Lo que en la televisión mexicana tanta falta hace. Y conste que no me refiero sólo al alto rating que ha mantenido Lo Que la Vida me Robó  a lo largo de varios meses y desde su arranque, sino, más bien, al nivel de calidad, a lo que como televidente, uno percibe capítulo tras capítulo, escena tras escena: ingenio, dedicación y, en especial, esmero, para apartarse (y por mucho) del resto de las telenovelas de la barra del Canal de las Estrellas y, sobre todo, de la competencia, de las otras televisoras, en especial, Azteca 13 y sus producciones mediocres a lo largo ya de tantos años.

Por si fuera poco, luego de los más recientes capítulos de Lo Que la Vida me Robó, igual de ágiles, dinámicos y sorpresivos, a pesar de tratarse de una historia que ya conocíamos, la telenovela se muestra incontenible, mostrando que (sin necesidad de rellenos ni ocurrencias baratas) se avecinan más acontecimientos al rojo vivo, desbordándose en todo su esplendor. ¡Bravo!

miércoles, 12 de febrero de 2014

COCTEL DE CLICHÉS

Quitándole el “Acapulco” y dejándole
el simple título de “Siempre Tuya”
(aunque nada novedoso), la nueva telenovela
de Azteca 13 (por lo que vimos en su
primer capítulo) pensamos que podría resultar.
Sin embargo, ya en el segundo capítulo…

¡Pan con lo mismo! Una historia llena de clichés y, una vez más, la pretensión (que no a todos les resulta, con excepción, quizás, de telenovelas como Qué Pobres Tan Ricos), de combinar el melodrama con la comedia o, más bien, con “chistosadas” que a juicio del escritor, desde su muy peculiar punto de vista, pueden resultar graciosas. Y es que no es fácil darle en el clavo y lograr el equilibrio idóneo que impuso (a principios de este siglo) Yo Soy Betty, la Fea, siguiendo con otras producciones como Hasta Que el Dinero Nos Separe (remake de la colombiana Hasta Que la Plata nos separe).

Y, bueno, para variar, todo parte de la trama o, más bien, del escritor, Alberto Gómez, creador de varios bodrios como Gata Salvaje y Alma Rebelde; o adaptador de historias tan fallidas y absurdas, como Mar de Amor y Amores Verdaderos, entre las más recientes. De ese tipo de escritores que, al parecer, trabajan a destajo. Sí, muchas historias de su autoría que ahora, con Siempre Tuya Acapulco (comenzando por el cursi nombrecito) repite los mismos clichés, anécdotas y situaciones previsibles que ya le conocemos y que hemos visto tantas veces.

Para empezar… eso del galán que sufre un accidente aéreo en el primer capítulo y es rescatado por la heroína de la historia (adelantándonos mucho de lo que va a suceder)… ¿Cuántas veces lo hemos visto en otras telenovelas? Y sin ninguna novedad: el muchacho es rico y la muchacha que lo rescata es pobre. Lo llamativo, quizás, es que el accidentado, Diego (Daniel Elbittar) sufre ese accidente, el mismo día de su boda y, por lo mismo, no llega a ella y deja plantada a la pobre novia… ¿Pobre? Si como nos dimos cuenta desde el primer capítulo, es una arribista y, como siempre, hija de otra arribista. De tal palo, tal astilla… Y, luego, ¿qué demonios andaba haciendo el muchacho, divirtiéndose en una avioneta el día de su boda? Por atarantado, para colmo, se queda ciego y, además (otro detalle muy “original”, ¡pierde la memoria! Lo bueno es que, después de harta sangre y terribles golpes a causa del accidente, al poco rato, ya no le queda ni un moretón y a pesar de los golpazos que se llevó al caer en un paracaídas, puede moverse como si nada. Seguro, los remedios de su salvadora, surtieron excelente efecto,  mientras que la novia plantada (ignorando el accidente del novio), hace tremendo berrinche, en medio de sus invitados y, claro, del escandalazo. Lo bueno es que la joven rescatista Olvido (Melissa Barrera), encuentra a su príncipe azul.

Un primer capítulo, eso sí, con mucha acción y con la habilidad por parte del escritor (hay que reconocérselo), de presentar a los personajes principales, dándonos un perfil casi completo de cada uno de ellos, aunque, insisto, valiéndose de los clásicos clichés que hemos visto en otras telenovelas. Otro atractivo: el elenco. El primer protagónico (al menos en Azteca 13) para Daniel Elbittar, un venezolano (de los pocos extranjeros que logra la hazaña de un acento neutro y sin el sonsonete de sus compatriotas) a quien tenían relegado como villano. Lo malo: que en su afán de interpretar un ciego convincente, por momentos no controla sus ojos y, más que ciego, parece bizco. La sorpresa: Melissa Barrera, ante su primer estelar. Linda y buena actricita. Y muy en especial, Gabriela Roel como otra ¡gran villana!, odiosa y desalmada. Y párale de contar. Nada nuevo bajo el sol y, por si fuera poco, con la desventaja de competir en el mismo horario con Qué Pobres Tan Ricos, una telenovela ya posicionada y exitosa que, aquí sí, combina en forma magistral el melodrama con la comedia.

viernes, 7 de febrero de 2014

SÍ, NO Y ¿POR QUÉ?


Hay de "españolas" a "españolas".
 Es que no se trata nada más de imitar el acento
 y utilizar frases y palabras gachupinas,
para que les creamos su procedencia hispana,
teniendo sólo como "referencia" a Paulina Rubio.
También, hace falta actitud, gracia, salero
 y, en especial, una buena dirección.

En Por Siempre mi Amor, de repente y prácticamente de la nada, se sacaron de la manga a Almudena, personaje a cargo de Elena Torres, una actriz a la que ya antes habíamos visto en otras telenovelas, siempre con papeles grises y sin mayor importancia, de esos que pueden estar o no y nadie se da cuenta. Personajes como el que ahora le tocó, el de una “española” que no parece española, comenzando por ese “acento” gachupín del que no siempre se acuerda. A veces “zezea” y, de repente, se le olvida y en vez de la “zeta”, utiliza la “sh” que yo no sé a qué lengua pertenece… “Shí, corashón… Eshtamos felishes…” Hasta parece que en vez de imitar a una española, tomó como referencia a Paulina Rubio, cuando le da por hablar como gachupina. ¿Y el director? ¿No se da cuenta? ¿Nadie le dice nada?  Para colmo, uno de tantos personajes de relleno y que no existían en la versión original: Mi Segunda Madre. Así que la tal Almudena, de española, sólo tiene el nombre… Ah, pero en cambio, en Qué Pobres Tan Ricos, ¿qué tal la condesita Macarena, también española, interpretada por Gabriela Mellado? Desde su primera aparición, aquí sí, con un acento creíble (además del tono) y, sobre todo, gracia y actitud, una verdadera polvorilla, con salero y donaire, apropiándose a la perfección de su personaje: una supuesta integrante de la realeza española (ya veremos si es cierto) que resulta todo un deleite en pantalla, como la novia del zoquete, pero igual de divertido y bien interpretado Leonardo (Diego de Erice), otra de tantas sorpresas en esta telenovela que, al contrario de Por Siempre mi Amor, se mantiene ágil, capítulo tras capítulo, gracias a su estructura y a que cada uno de sus personajes, tiene su razón de ser.


miércoles, 5 de febrero de 2014

CUADRO DE HONOR A DANIELA CASTRO


Y mientras en telenovelas como Quiero Amarte, sus adaptadoras, repiten villanas estereotipadas (o inspiradas en la inolvidable Catalina Creel, cortadas con la misma tijera), de ésas que matan a diestra y siniestra con la mano en la cintura, utilizando sus ridículos disfraces, sin que nadie sospeche de ellas, hay otras malditas (incluso, con más fuerza y hasta realismo) que más que arrancar carcajadas con sus maldades, uno, como televidente, llega no precisamente a temerlas, sino a respetarlas. Claro, cuando se trata de un personaje bien escrito y delineado, bien dirigido y, sobre todo, bien representado que, por lo pronto (al menos hasta ahora y esperando que no caiga en los clichés asesinos de otras), hasta inspira respeto, como antagonista de miedo, tratándose de una actriz de gran calibre, como Daniela Castro. Aquella dulce y sufrida heroína melodramática que también cumplió a la perfección, durante su etapa juvenil, en telenovelas como Mi Segunda Madre, Cadenas de Amargura o Cañaveral de Pasiones. Una actriz que no se quedó en eso, ni tampoco, se empeñó en ser siempre joven, como a algunas les sucede. No. Más bien, una Daniela Castro que dio el gran paso a señora actriz, asumiendo a una villana tremenda (y aún recordada) en Mi Pecado (2009), como un gran paso en su trayectoria, en su evidente evolución, como una de las pocas actrices multifacéticas con que contamos en el género de las telenovelas. Como buena o como mala. Y luego, su chispeante y tan divertida Pina en Una Familia Con Suerte que, aunque con tintes villanescos, resultaba, más bien, encantadora.
Su prueba de fuego y el que bien podría ser su mejor papel hasta la fecha, lo estamos atestiguando (y disfrutando) actualmente en la exitosa Lo Que la Vida me Robó, como la desaforada, loca y cínica de Graciela, superando (por mucho) a las actrices que interpretaron el mismo personaje en las versiones anteriores de la misma historia: Bodas de Odio y Amor Real, como una versión corregida y aumentada.
Una Daniela Castro, entregada a un personaje del que se ha adueñado y enriquecido, con el esmero que (se nota) pone de su cosecha en cada una de sus actitudes, manoteos, miradas, gestos, expresiones y diálogos, convirtiéndose en la gran antagonista de una gran historia que resulta toda una delicia y que, en gran parte, contribuye al éxito sin precedentes que está consiguiendo este melodrama, como uno de los más completos y espléndidos de las últimas décadas. Gracias, Daniela Castro, por regalarnos a  esta ya célebre y terrible Doña Graciela Giacinti de Mendoza que, seguro, pasará a la historia.

lunes, 3 de febrero de 2014

CON LA MISMA TIJERA




Aunque se trata de historias diferentes,
el productor y, en especial, las adaptadoras,
son los mismos, repitiendo en ‘Quiero Amarte’,
una villana similar a las ya habíamos visto
en ‘Cuando me Enamoro’ y en ‘Amor Bravío’,
en especial, en eso de “disfrazarse” a la
hora de cometer sus crímenes.

Eso es lo malo: como los adaptadores siempre son los mismos, su capacidad creativa se va deteriorando y, finalmente, no les queda más que repetir lo que antes (quizás, en algún momento de “lucidez) se les ocurrió, aunque se tratara (como siempre) de fusilarse las ideas de otros. Ese es el problema, quizás, uno de los más graves en las telenovelas mexicanas de los últimos años. Ya no sólo que se trate de refritos o “nuevas versiones” de historias conocidas, cuyas primeras versiones, el público recuerda aún, más, cuando el Canal TLnovelas repite melodramas del pasado, como sucede actualmente con Cuando me Enamoro (de 2010), donde la villana, Josefina (Rocío Banquells), parece ser ser el ejemplo a seguir de Isadora (Leticia Calderón) en Amor Bravío (2012) y, ahora, en 2014, de Lucrecia (Diana Bracho) la villana de Quiero Amarte. Y es que las tres muestran varias similitudes. La principal y ya muy trillada (muy al estilo de la célebre e inolvidable Catalina Creel en Cuna de Lobos): tienen la manía de disfrazarse ridículamente, generalmente, con lentes oscuros y la infalible peluca (según ellas, para que nadie las reconozca) cuando se les antoja asesinar a alguien que les estorba. Así de fácil. Así de absurdo. Por supuesto, ni siquiera con un toque de originalidad. Lo malo (para ellas, claro) es que sus asesinatos, casi siempre, quedan en intento fracasado. Aunque a veces –como en el caso de Josefina en Cuando me Enamoro–, le dio al blanco, cuando mató a Rafael (Sebastián Zurita), casi al inicio de la telenovela, como un elemento que detona gran parte del drama. O Isadora, cuando asfixió con una almohada al pobre Padre Anselmo (José Carlos Ruiz), sin complicarse demasiado, “disfrazada” solamente con un rebozo, al estilo María Candelaria.

Así como Josefina e Isadora se pasaron toda la telenovela con sus disfraces e intentando matar a gran parte del elenco, esperemos que, ahora, a Lucrecia no le dé por lo mismo (si es que esas son sus nefastas intenciones o las de las adaptadoras), luego de su primer fracaso, cuando le da un balazo a la pobre de Amaya (Karime Lozano) y, claro –como en los casos de Josefina e Isadora– la mujer sale airosa (aunque finalmente, se la van a cachar, como también sucede siempre) y la culpa recae en otro o en otra, un (o una) pobre inocente que por menso (o mensa) carga con el muertito, como le sucedió a la pobre de Emma (Gabriela Goldsmith) quien, luego de ir a parar a la cárcel, como sospechosa del balazo, finalmente (para variar y no perder la costumbre) es envenenada por su propia "amiga", Lucrecia, ante el peligro de que pudiera delatarla. De nuevo (ni modo) gracias a que las adaptadoras se rompen la cabeza a la hora de sus “ingeniosas” adaptaciones, insisto, en las tres más recientes telenovelas que les ha tocado adaptar (o destrozar).