Si desde sus inicios
telenoveleros (hace ya casi 20 años), Azteca
Novelas (antes Azteca Digital),
encargada de crear sus propias producciones, para darle la batalla a Televisa y otras televisoras, se
hubiera avocado, en verdad, a crear la tan anunciada “nueva era de las
telenovelas”, a estas alturas, concretamente con Avenida Brasil, en su horario estelar, estaría dando la batalla y
hasta superando el rating, por ejemplo, de Lo
Que la Vida me Robó, sobre todo, en este momento en el que la que fuera una
espléndida adaptación, se ha vuelto repetitiva, gracias (como sucede siempre) a
la consigna de alargar una telenovela de éxito, en la que ni los propios e
ingeniosos adaptadores, han podido continuar con su labor creativa y no les ha
quedado más remedio que “parchar” la historia y volverla repetitiva y hasta
cansada.
Mientras, Azteca 13 se luce como nunca (quizás,
desde Mirada de Mujer), con la
maravillosa telenovela brasileña que resulta todo un deleite en el que se conjugan
todos los elementos que dan origen a un producto de primer mundo, innovador y
espléndido, en el que se notan los millones de dólares que invirtieron, aquí
sí, echando la casa por la ventana. Una nueva manera de armar un melodrama que
se sale de lo clásico y trillado y, en especial, la manera de contar una
historia tan ágil y dinámica, sin perder el tiempo en personajes o situaciones
inútiles (como en el resto de casi todas las telenovelas) que nada aportan a la
trama.
En apenas un mes, Avenida Brasil, aunque en México no
logre convertirse en el suceso que ha significado en otros países, es, sin
duda, lo mejor que hemos visto no sólo en Azteca 13, sino también en Televisa y
otras televisoras, incluyendo las colombianas, venezolanas, estadounidenses y
demás.
La historia misma, la
espectacular producción, la dirección, el ritmo, las actuaciones. La habilidad
para que cada uno de los múltiples personajes no esté como simple relleno y
tenga su razón de ser, su identidad, su propia historia, para conjugar lo que
sería la columna vertebral: la venganza de Nina (antes Rita) en contra de su
desalmada y trepadora madrastra, Carmen Lucía Moreira de Souza.
En definitiva, una obra de
arte del género telenovelero contemporáneo que, gracias a Azteca 13, tenemos la
suerte de disfrutar, con la esperanza de que la misma televisora la tome como
ejemplo, para que en el futuro, no regrese a sus insulsas producciones tipo Corazón en Condominio o Siempre Tuya Acapulco que, comparadas
con Avenida Brasil, son una fiel muestra
de lo que no se debe hacer, de lo que ya no se debería hacer.