Más que merecido (y desde hace años) el calificativo
de Primera Actriz, para la señora Ana Bertha Espín, una de las más
multifacéticas (tanto en cine, teatro y televisión), capaz de lograr personajes
tan disímbolos, como los que le hemos visto en los últimos años, en telenovelas
como Camaleones, Soy tu Dueña y, muy en especial, Rosaura, la tía metiche, trepadora,
ambiciosa y hasta cómica que interpretó en La
Que no Podía Amar. Sin embargo, el buen sabor de boca que nos dejó con ese
personaje, ahora, en Lo Que la Vida me
Robó, como la dulce, sufrida y tierna Rosario,
supera todas las expectativas, que ya es mucho decir, tratándose de una actriz
de su calibre que con cada interpretación, uno piensa que ya llegó a su máximo
esplendor histriónico y que, en su caso, es casi imposible que supere lo que le
vemos en pantalla.
Pero, afortunadamente, gracias a los roles tan
diferentes que le ha tocado encarnar, nunca deja de sorprendernos, porque la
señora (se nota) es de las que se apropia de cada uno de sus personajes, los
borda en forma magistral, se concentra en ellos y los hace suyos, de pies a
cabeza, con el corazón, con el alma. Sus expresiones, sus diálogos tan precisos
y en el tono adecuado, sus miradas y gestos, su desenvolvimiento completo en
cada una de sus escenas, siempre saltan a la vista, deleitan al televidente y,
como ahora, hacen que su Rosario se convierta en pieza clave de la historia y,
lo mejor, un ser entrañable.
Así, mientras que Lo Que la Vida me Robó, crece en intensidad y, al menos hasta
ahora, no decae y mantiene atento al espectador, doña Ana Bertha Espín, aunque ya hace mucho se consagró en el
género del melodrama, vuelve a repetir una hazaña más en su carrera, como una
de las mejores y, por supuesto, ejemplo viviente y real de una actriz de primer
nivel, orgullo de México.
Gran actriz eres tambien a angelique boyer un cuadro de honor
ResponderEliminarQueremos ver un cuadro de honor a Angelique boyer
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