lunes, 6 de enero de 2014

SÍ, NO Y ¿POR QUÉ?


Por desgracia, muchos escritores de 
telenovelas, han sigo relegados a 
la labor de adaptadores, no siempre 
con buenos resultados y, en la mayoría 
de las ocasiones, echando a perder 
las historias originales que les 
encomiendan.

Una excepción: Lo Que la Vida, me Robó, superior a sus versiones anteriores: Bodas de Odio y Amor Real, enriquecida, con más ritmo y elementos bien pensados y sustentados. Caso contrario, lo que estamos viendo en Por Siempre mi Amor (originalmente, Mi Segunda Madre) que, con tal de extenderla, se ha visto plagada de paja y rellenos, además de personajes caricaturescos y absurdos, como el villano central, primero Fernando y, luego, Javier (a cargo de Héctor Suárez Gomís) al que no le creemos sus ínfulas de galán a la fuerza, capaz de enamorar a una adolescente (aquí sí, creíble y bien interpretada, como Aranza (Thelma Madrigal). Y, luego, eso de que, después de haber estado en la cárcel y de que lo dan por muerto, reaparece, años después, pelón y con pupilentes azules, elementos “suficientes”, para que nadie lo reconozca. ¡Ni siquiera Isabel (Susana González), su ex esposa.
Por otro lado, ¿qué onda con la señora Ana Martin?, interpretando a la supuestamente pícara y “simpática” de Tita. Le pasamos eso de su frustrado romance otoñal con el señor Osvaldo (Humberto Elizondo), pero eso de que a escondidas (incluso, de su hijo) se dedique a socorrer a niños de la calle… Bueno, eso también se lo pasamos. Lo que no: que utilice un ridículo atuendo de cuero negro de “motociclista”, con todo y casco y, para acabarla de amolar, ¡una peluca morada! Ah, y sin faltar sus lentes oscuros, aunque cuando aparece en su moto (a unos diez kilómetros por hora) ¡nunca la vemos correr realmente a toda velocidad! Ocurrencias y más ocurrencias que lejos de enriquecer la historia original, la han echado a perder, agregándole a cada rato personajes de relleno, sin ton ni son, y apartándose de la esencia de la trama.

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