martes, 18 de marzo de 2014

CUADRO DE HONOR A ANGELIQUE BOYER


De rubia (muy especialmente), morena o trigueña, al principio, en telenovelas como Corazones al Límite y, más tarde, en Rebelde, Angelique Boyer (apoyada por sus audaces apariciones en revistas para caballeros), pintaba para convertirse en una nueva bomba sexy. Eso sí, de las más atractivas. Y pudo conseguirlo, con el riesgo de quedarse en eso: uno de tantos símbolos sexuales que así como en su momento causan furor, después desaparecen y no dejan huella o tienen que conformarse con personajes estereotipados, como clásicas villanas o amantes que nunca llegan al protagónico, al estelar.

Sin embargo, en su caso, más que atractivo visual o sueño erótico de muchos, la muchacha, en especial con su característica camaleónica (con la que no cualquiera convence) logró, con inteligencia y empeño, traspasar ese tipo de personajes, hasta llegar al que podría ser un parteaguas en su carrera: la temible, trepadora y ambiciosa Teresa. Ya sin su apariencia rubia y con el cabello oscuro, expresiones y labor histriónica de su cosecha (además, claro, de una buena dirección), logró algo que no todas consiguen con este tipo de roles tan favorecidos: la protagonista, sí, pero no la clásica heroína dulce, dejada a la deriva o sin carácter, de ésas que lloran a borbotones, como la mayoría y, al final, se casan con el galán. No. La Boyer aprovechó la oportunidad. Y la aprovechó con creces en lo que podría ser su consagración, superando, incluso, a otras Teresas de la talla de Maricruz Olivier o la mismísima Salma Hayek. Una Teresa todavía con más fuerza dramática y, lo más importante: humana y vulnerable, creíble y hasta adorable, a pesar de sus maldades.

El primer paso, para colocarse a la cabeza de las de su generación. No la simple heroína o villana. Más bien, una actriz de altos vuelos, versátil y convincente. Esto, aunado al encanto, sencillez y, sobre todo, ubicación, fuera de las cámaras, la llevaron a convertirse en la gran favorita, en una nueva reina telenovelera con garra.

Después de su desempeño en Abismo de Pasión, de nuevo, como heroína, víctima de injusticias, chismes y desgracias, le llegó la oportunidad (muy merecida, por cierto) y en el horario estelar, de convertirse en otra protagonista con carácter y agallas, de las muy contadas que se avientan en forma magistral las escenas dramáticas y, sobre todo, convencen y hacen que uno les crea. La gran fortuna de encabezar el elenco de una de las mejores telenovelas de los últimos años (aunque refrito de Bodas de Odio y Amor Real), pero, ahora, con un toque actual, gracias al esmero de los adaptadores, la impecable y espectacular producción y, claro, el respaldo de un gran elenco, para enmarcar el que, al menos hasta ahora, es su mejor trabajo: Monserrat, de ese tipo de heroínas que se lucen y brillan en la pantalla. De ésas que seducen y enamoran al televidente. De ésas que pasan a la historia y nos brindan el placer de disfrutar a una de las mejores actrices jóvenes de la actualidad, capaz de lograr verdaderas creaciones y, además, continuar en constante evolución, con ese sello tan peculiar que la distingue entre todas: personalidad, encanto y talento.

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