DE REGRESO

Luego de haber sido director de varias revistas de espectáculos, en 2008, ya alejado del periodismo de espectáculos y concentrado, más bien, en mis libros, el señor Juan José Origel, en ese entonces, director de la revista TV y Novelas, me invitó a colaborar en su publicación, dándome carta abierta, para escribir lo que yo quisiera. Y se me ocurrió algo que nunca había hecho y que siempre había querido: crítica de telenovelas (que empecé a ver desde niño), con una columna semanal que, precisamente, se llamó DeTELENOVELA y que publiqué durante casi cinco años, hasta que algo "extraño" sucedió...

   Cuando Juan José dejó TV y Novelas e ingresó un nuevo director, al poco tiempo y, para empezar, decidió que mi columna, en vez de semanal, fuera quincenal. Y meses más tarde, según ese nuevo director me dijo, resultó que en la empresa Televisa “alguien" había girado un memorándum en el que se daba la orden de prohibirme la entrada a las instalaciones de Televisa. Algo así como un veto, supuestamente, por pasarme de tueste con mis críticas a las telenovelas de Televisa. Un año después, me enteré que el supuesto memorándum (y, de paso, el veto) nunca existieron. La cuestión, finalmente, era eliminar mi columna de la revista.

   Intenté publicarla en algún periódico o en otra revista. Pero fue en vano. Hasta que (acostumbrado ya a aventarme toooda la barra de telenovelas de Televisa, Azteca, Galavisión y Telemundo) sentí la necesidad de continuar con mis críticas, mis análisis, opiniones... Y se me ocurrió armar este blog, para escribir a mis anchas, ya sin importarme que productores, ejecutivos o actores se incomodaran. 

Así que aquí estoy de nuevo, no sólo para criticar y analizar las telenovelas. También, para comentar aciertos y logros importantes (producción, historias, adaptaciones,  actuaciones, etc), como siempre lo hice.

    De TELENOVELA está de regreso, para todos aquellos que me seguían en TV y Novelas (lectores y hasta productores y actores) y, también, para los que me pusieron piedritas (o piedrotas) en el camino. Finalmente, no se salieron con la suya. ¡Viva la libertad de expresión!